- Anexo 3: COPAMIENTO REGIMIENTO 11 EN ROSARIO
30 de noviembre de 1960
En esa oportunidad los militares peronistas atacaron el Regimiento 11 de Infantería, en Rosario. El fuego de ametralladoras fue intenso y allí quedaron los primeros muertos y los heridos iniciales del combate.
Aproximadamente a la 1,20 empezó el ataque al casino, pero la embestida fue rechazada y en esa acción cayó el segundo jefe del comando rebelde, Coronel Barredo. A las dos, la defensa había logrado reorganizarse, y a las 2,10 la guardia quedó nuevamente en manos de los mandos del cuartel. Los atacantes se reagruparon como pudieron en distintos puntos de la unidad y, pocos minutos después, Iñíguez huyó con otros oficiales en un par de coches aunque el combate continuaría hasta pasadas las siete de la mañana. En cuanto al coronel Barredo, fue muerto en combate dentro del R11. Entre los militares detenidos en Rosario se encontraba el capitán en actividad Roberto Sánchez, alumno de la Escuela Superior de Guerra.
Los principales responsables del levantamiento eran el General Miguel Ángel Iñíguez, el Mayor Jorge Obon, el Mayor Aparicio Suárez, Dante Viel (representante de la Junta Promotora del Partido Justicialista), Miguel Gassera (por las 62 Organizaciones) Andrés Framini, Armando Cabo y José Manuel Mendoza (por la CGT Auténtica).
«Las operaciones comenzaron el 30 de noviembre a la una de la madrugada, cuando al frente de los complotados el Coronel Barredo le exigió al soldado de guardia la presencia del oficial a cargo. El soldado entre asustado y confuso apuntó su fusil hacia el Coronel quien lo tomó por el caño y comenzó un forcejeo al que puso fin Berazain quien le disparó un tiro de pistola 45 en una pierna al soldado.
Del Casino de Oficiales salieron casi todos los sorprendidos militares para ver qué ocurría y al darse cuenta que se trataba de un ataque, se introdujeron nuevamente al edificio y comenzaron a disparar desaforadamente, dándole en pleno pecho una ráfaga de Fal al Coronel Julio Barredo que alcanzó a caminar unos pasos tambaleante y cayó muerto.
El Capitán Campos, que estaba a cargo del Distrito Militar 34 de Casilda, atacó por otro flanco y logró tomar un sector del Regimiento, pero a la madrugada también se retiró, ante el fracaso de la operación.
El enfrentamiento, esporádicamente, continuó casi toda la noche, inclusive con un parlamento entre Iñíguez y el Capitán Mc Kinlay, que les permitió a los atacantes retirarse sin ser reprimidos, aunque este último se encontraba herido.
Iñíguez y Armando Cabo estuvieron escondidos en una casita de barrio Alberdi (Ing. Laporte y Martín Fierro), protegidos por la famosa “tía”, que no era más que María Doufur de Tallarico, muy popular entre la gente de la Resistencia.
El saldo del enfrentamiento, para el ejército, había sido de tres muertos: Sargento Primero José Teodoro Valdez, Soldado Faustino Medina y Soldado Juan Carlos Osorio y tres heridos; Capitán Héctor Guillermo Mc Kinlay, Teniente Arturo Antonio Gigena y Soldado Juan Carlos López.
Mientras tanto, Iñíguez, Dante Viel y José Franco, apelando a distintos ardides, alquilaron una avioneta que los trasladó al Paraguay donde fueron hospedados por largo tiempo, por Alfredo Stroessner» («Chancho» Lucero en O. Kopaitich).
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- Anexo 4: ENFRENTAMIENTO CERVECEROS (AVENIDA ALBERDI 369)
24 de febrero de 1964
A fines de 1963, el Comité Central Confederal de la CGT había dispuesto la concreción de un plan de lucha en todo el país reclamando especialmente aumento de salarios y mayor trabajo. El gobierno presidido por el radical Arturo Illia, se constituyó en 1963 luego de elecciones en las que fue proscrito el peronismo.
Los dirigentes gremiales fundamentaron el inicio del plan de lucha en falta de respuestas del gobierno a sus reclamaciones, razón por la cual declararon el fin del diálogo y el inicio de las medidas de fuerza.
En aquel febrero, el plan de lucha estaba en una etapa preparatoria de difusión y esclarecimiento, mediante la cual se intentaba sumar adhesiones. Asociaciones vecinales, entidades intermedias, partidos políticos y el movimiento estudiantil, entre otras instituciones, participaban de reuniones y asambleas en todo el país.
Tal amplitud le daba a este incipiente movimiento un nuevo carácter, ya que el gremialismo había empezado a abrir el juego a otras expresiones políticas y sociales para dar mayor contundencia a sus exigencias.
En Rosario, la CGT local convocó a una de estas reuniones ese lunes 24, en el Salón de Actos del Sindicato de Obreros y Empleados Cerveceros, de Avenida Alberdi 369, popularmente conocido como Salón Cerveceros.
La convocatoria al acto de la CGT rosarina incluyó al Partido Comunista, uno de cuyos miembros integraba el secretariado de ese organismo sindical. Pero, además, el PC concurrió con muchos militantes, entre los que se contaban delegados de fábricas, estudiantes y representantes de las entidades periféricas que controlaba.
Según la crítica periodística de la época sobre los hechos y el relato de algunos testigos, la reunión comenzó en un clima de cierto nerviosismo por la numerosa presencia de “elementos de izquierda”, por un lado, y por la difusión de volantes con la inscripción “Por la revolución nacional sindicalista”, firmados por Tacuara, por otro.
Apenas pasada la medianoche y luego de una larga lista de oradores, se desencadenó la tragedia. Los relatos sobre el inicio de los disparos difieren según los testigos. Mientras hay quienes dicen que una de las víctimas fatales habría comenzado disparando al aire su arma, otros coinciden en que miembros de Tacuara ingresaron al local por su entrada principal tirando sobre los militantes comunistas. La respuesta del aparato comunista no se hizo esperar y se sucedió un tremendo tiroteo, con el saldo de tres muertos y seis heridos graves, todos por balas.
«La crónica lúgubre y sensacionalista de la época decía que se registraron tres muertos a saber: Víctor Osvaldo Militello (26 años), domiciliado en Zeballos 4070,, sindicalista integrante del Gremio de la Madera; Eduardo Ángel Bertoglio (20 años), domiciliado en Ovidio Lagos 854, integrante de Tacuara y Antonio Giardina (26 años), radicado en Gaboto 2342, miembro del MJP. Entre los heridos figuraban Domingo Guarnieri (miembro del Partido Comunista); Roberto Forte (del MJP), Alberto Mondolo, Francisco Taiana, Ramón Stanani (de la Policía Federal) y otros que fueron socorridos sin conocerse su filiación» (Testimonio «Chancho» LUCERO).
«Siendo aproximadamente las 0,30 se escucharon gritos que decían: ni yankis ni rojos. Esto provocó que los presentes que se calculaban en unas 300 personas, se dividieran en dos grupos antagónicos. Esta situación se agravó al dispersarse un grupo de ellos hacia la salida del local escuchándose seguidamente disparos de armas de fuego, a la vez que se esparcían por el local profusamente volantes con la leyenda Tacuara» (La Nación, 26.2.64).
«Unos momentos antes que se realizaran los primeros disparos, teniendo en cuenta la presencia mayoritaria en el plenario de militantes de izquierda, los miembros del MNT y la JP habían acordado que se pondrían de pie cantando la Marcha Peronista y se retirarían del local sindical.
Tras un primer intento que falló por falta de coordinación, los tacuaras volvieron a intentarlo ofreciendo de esta forma un blanco privilegiado a las balas. La respuesta no se hizo esperar y se generalizó el tiroteo que duró escasos minutos en los que se efectuaron más de ciento cincuenta disparos.
Víctor Oscar Militello, que había sido el ultimo orador y se había “parapetado detrás de una mesa”, fue colocado en línea de tiro por José Güerino Maltomini que le decía “por aquí, Militello”, recibiendo un balazo entre los ojos y otro en el pecho sin que pudiera alejarse mucho del lugar donde minutos antes había tomado la palabra.
El siguiente objetivo de Maltomini fue Eduardo Ángel Bernardino Bertoglio que había agotado las municiones de su arma y era sujetado por el hijo de Carlos Cesar Granollers, de la Sociedad Argentina de Locutores y miembro del secretariado de la CGT rosarina, al que ejecutó “a pocos metros de la entrada” de cuatro balazos en el pecho. Ambos cuerpos ensangrentados en el piso del salón fueron luego golpeados con un tablón y a las patadas por militantes del PC.
Distinta fue la suerte de Antonio Giardina que pudo desplazarse entre el tumulto que imperaba en el salón para refugiarse en el baño de mujeres donde arrojó su arma en un sanitario con la carga completa sin disparar. En ese mismo lugar fue ejecutado por las militantes del PC que habían sido las encargadas del trasladado de las armas, y allí las habían distribuido.
Por participar en este episodio fueron detenidas posteriormente Myriam Norma Paino y Ana María Ingallinella» (Juan Orlandini (2008) Tacuara, hasta que la muerte nos separe. Centro Editor Argentino).
Esta interpretación de los hechos elaborada por el PC fue rechazada inmediatamente por el Secretario de la CGT Regional, Héctor Quagliaro, que resignificó los dichos interpretando que “el pasar a la acción de Dunda era una expresión de apoyo al Plan de Lucha de la CGT”.
El 25 de febrero se vivió como un día cargado de tensión en Rosario mientras se producen las detenciones de los integrantes de la CGT local «Héctor Quagliaro, Antonio San Miguel y José López” y Juan Antonio Racchini enviado por la CGT Nacional, quienes recuperan, a mediados del mediodía, la libertad. La misma fue gestionada por el Dr. Fernando Torres, Héctor Constanzo, Eduardo Zanella y José.
Concluido el paro general en Rosario, la edición del día 26 del tradicional diario La Capital rompe el esquema que los distinguía y en dos páginas, una de ellas ocupada en su totalidad, informaba los hechos del día anterior con los títulos “Detalles del Trágico Episodio Ocurrido en el Plenario Obrero” y “Honda Conmoción Causó el Luctuoso Suceso”.
Con el gremialismo peronista de Rosario dividido, las 62 organizaciones alineadas con la CGT local emitieron un comunicado que condenaba la agresión y el asesinato de Bertoglio, Militello y Giardina individualizando claramente a los agresores, mientras las 62 “leales” presididas por José Pedernera de ATSA, Antonio Perelló de garajes, Juan Gaitán, gastronómico y Alberto Assari de UTA, sin apartarse de estas definiciones dieron otra versión de los hechos ocurridos y de los niveles de responsabilidad, expresando:
Dada la dimensión pública que cobró el episodio que ocupó el lugar central en el tratamiento de la totalidad de los medios de comunicación, la CGT Nacional había intervenido inmediatamente enviando dos representantes gremiales, Alfredo Monestini y José Sepúlveda junto al abogado Fernando Torres para que se encargaran de realizar una investigación interna de los hechos, expresar condolencias a familiares y hacerse cargo (la central obrera) de los gastos médicos y servicios de sepelio.
La CGT nacional luego por medio de un comunicado califica los hechos como:
«grupos ajenos al quehacer gremial utilizaron el escenario de la CGT para dirimir supremacías o desinteligencias, colocando sus intereses personales o de grupos por encima de los del país y del pueblo que está defendiendo la CGT a través de su Plan de Lucha (…) puede ser el comienzo de una maniobra que pretende mostrar que el Plan de Lucha tiene un trasfondo, la que sería instrumentada por grupos de ambos extremos, con aliento oficial».
La UOM en un comunicado decía el día 26 de febrero:
«Se adhiere al duelo provocado por la muerte de Víctor Militello, dirigente de la Unión Obrera Maderera, de Antonio Giardina, dirigente de la Juventud Peronista y de Eduardo Bertoglio. Una delegación del Secretariado Nacional de la UOM, encabezada por el Secretario Adjunto Rosendo García, se hará presente en la inhumación de los restos de los compañeros caídos».
La tensión en Rosario fue creciendo día a día. Las 62 Organizaciones Leales mediante un comunicado firmado, entre otros, por José Pedernera de ATSA, gremio de la Sanidad al que también pertenecían Héctor Antonio Quagliaro y Aparicio que había entregado las armas a Tacuara, repudiaron el episodio sangriento del Salón de Cerveceros manifestando en forma poco tranquilizadora “la cobarde agresión comunista no dudando que de una u otra forma se hará justicia.”
Al día siguiente apareció un comunicado del MNT rosarino, que luego de calificar al Gobierno Nacional “como este régimen que soporta la Patria”, al referirse al plenario sindical en que habían perdido la vida dos de sus integrantes, decía: «Tacuara sabrá imponer violentamente su propia justicia para vergüenza y escarnio de la oligarquía liberal y sus mucamos rojos.»
«la posición de la CGT local, que ha faltado gravemente al patriotismo en cuanto ha permitido la intromisión de comunistas en la mesa directiva, por ejemplo Rioja y Granollers; la instrumentación del delegado regional, Héctor Quagliaro, por el conocido comunista Belloni; la presencia en su seno de hombres de dudosa posición ideológica, como López, que militó en el comunismo (…) y otros de desteñida posición peronista que se han complicado en esa tarea de copamiento que de la CGT de Rosario ha realizado el marxismo».
Luego de poner de manifiesto que “todos los muertos son nacionalistas” y que la concurrencia al acto sindical estaba compuesta por “una inmensa mayoría de comunistas apreciada en un 80%, en el punto 5 del comunicado exponía, luego de resaltar la autoría de los militantes del PC en el inicio de la agresión y asesinato de Bertoglio, Militello y Giardina, que: «Si los de Tacuara hubieran sido los atacantes, no se explicaría que habiendo tantos comunistas presentes y siendo estos, objeto de un ataque imprevisto resultare sólo uno de ellos levemente herido».
En el mismo día, el Comando Rosario del Movimiento de la Juventud Peronista denunciaba, a raíz de los episodios del día 25:
El cortejo fúnebre que acompañó a Antonio Giardina había compartido con el de Víctor Militello la partida desde el local de la CGT, donde fueron despedidos por los representantes del Consejo Directivo de la CGT Nacional, José Sepúlveda y Alfredo Modestini, que estaban acompañados por Juan Carlos Laholaberry del gremio textil, Rosendo García de la UOM y Rogelio Coria de la UOCRA. A partir de allí transitaron las calles mientras los asistentes “cantaban la marcha de los Muchachos Peronistas y repetían las mismas consignas que había utilizado Tacuara la noche del plenario: “ni yankis, ni rojos, argentinos”, junto a otras como “Juventud Peronista ¡presente!” y “Perón sí, otro no”.
- Anexo5: RENUNCIA DE CURAS EN ROSARIO
«La jerarquía es ciega, sorda y muda a los signos de los tiempos”
Durante 1969, Rosario fue, junto a Córdoba, el epicentro de una serie de levantamientos populares que jaquearon fuertemente la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. En medio del clima de ebullición que se vivía, la Iglesia católica también fue arena de intensos conflictos.
Las demandas de mayor apertura hacia el Concilio Vaticano II (1962-1965), la encíclica Populorum Progressio (1967) y las resoluciones de la Conferencia del Episcopado Latinoamericana en Medellín (1968) por parte de un grupo de sacerdotes de la diócesis derivó en un enfrentamiento cada vez más virulento con el obispo de entonces, Guillermo Bolatti, próximo a sectores tradicionalistas.
El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) se originó a partir del “Mensaje de los 18 obispos para el Tercer Mundo” en 1967. En Argentina, 270 sacerdotes que adhirieron al mensaje realizaron su primer encuentro en mayo de 1968.
Tres sacerdotes (Miguel Ramondetti, Rodolfo Ricciardelli y André Lanson) iniciaron el proceso de convocar la adhesión al “Manifiesto de los 18 obispos del Tercer Mundo”. El 31 de diciembre de 1967 enviaron la carta de adhesión al obispo Hélder Cámara, con 270 firmas de sacerdotes. La masiva respuesta y la sugerencia de muchos de encontrarse para tratar el documento recibido, fueron interpretadas como el momento fundante del MSTM. La propuesta se concretó los días 1 y 2 de mayo de 1968 en la ciudad de Córdoba.
En la diócesis de Rosario (provincia de Santa Fe) la jerarquía desarrolló una dura política de disciplinamiento para con los sectores renovadores, que se manifestó en el conflicto entre el arzobispo Guillermo Bolatti y sacerdotes y grupos laicos que exigían la implementación de los cambios promovidos por el Concilio Vaticano II.
En octubre de 1968 un grupo de sacerdotes envió al obispo Guillermo Bolatti una carta acusándolo de sabotear las ideas inspiradas en el Concilio Vaticano II.
En respuesta a este hecho, Bolatti relevó de sus tareas al cura español Néstor García, quien no solo desarrollaba funciones espirituales, sino que también trabajaba como obrero en barrio Godoy.
En febrero de 1969, Bolatti nombró a un conservador para sucederlo. Esto no fue visto con agrado por los fieles quienes intentaron reunirse con el obispo y al no obtener respuestas se manifestaron y explicaron el evangelio frente al cementerio La Piedad, lo que derivó en la presencia de móviles policiales y el arresto de varios de los presentes.
El 15 de marzo de 1969 27 sacerdotes (luego se sumaron otros tres) presentaron su renuncia colectiva a la Diócesis de Rosario y destacaron la «actitud insensible, fría e indiferente» del obispo.
“En 1965 tomamos contacto con los [que posteriormente serían] Sacerdotes del Tercer Mundo y formamos parte del grupo de Rosario, que eran los más comprometidos de la ciudad. Fuimos descubriendo –desde el mismo trabajo manual- la necesidad de vivir ‘encarnados’ con los más pobres y comprometidos con la defensa de la justicia social” (Juan josé Palomino del Alamo, sacerdote español llegado a Rosario).
“En 1968 empezamos en el movimiento en Rosario alrededor de 40 sacerdotes. Éramos un grupo que ya venía intentando que nuestro trabajo pastoral pudiera ser volcado hacia los barrios y hacia los obreros. También teníamos en cuenta al movimiento estudiantil” (Oscar Lupori en: Sagen Gil, 2005: 71).
Los principales referentes en esta ciudad eran Juan Carlos Arroyo, Armando Amirati, Néstor Ciarnello, José María Ferrari, Antonio Ángel Ferian, Ricardo Giacone, Néstor García, Oscar Lupori, Francisco Parenti, Luis Parenti, Juan José Palomino, Ángel Persello, Natalio Torresi, Marcelo Maurizi y Santiago Mac Guire.
José María Ferrari, integrante del MSTM y uno de los curas renunciantes, sostiene que:
“Cuando el conflicto empezó, éramos un grupo manso, que trataba de empezar por algo, pero el obispo no nos dejaba espacio para ninguna innovación. Esa situación de rechazo duró unos dos años hasta que, cansados de tanta lucha, treinta sacerdotes presentamos la renuncia a nuestros cargos. No dijimos que dejábamos el sacerdocio, lo que no queríamos era seguir trabajando con Bolatti”.
El 27 de junio Bolatti terminó por aceptar las renuncias. A partir de entonces, el conflicto entró en su fase final y más aguda, en tanto entre el 30 de junio y el 1 de julio buena parte de las capillas de pueblos aledaños a Rosario que estaban a cargo de los renunciantes (Villa Eloísa, Coronel Bogado, Tortugas, Correa, Soldini, Cañada de Gómez) fueron ocupadas por fieles y militantes católicos en un intento de evitar el cambio de los sacerdotes. Con el correr de los días la tensión fue disminuyendo. En Cañada de Gómez, sin embargo, el conflicto se volvió más virulento e incluyó la toma de la iglesia San Pedro, la formación de milicias de vecinos para evitar la llegada del nuevo vicario, movilizaciones, enfrentamientos con las fuerzas policiales y hasta un paro total de actividades en la ciudad.
- Anexo 5.1: CRÓNICA DE LA VIOLENCIA EN EL NORTE SANTAFECINO (abril de 1969)
La acción colectiva comenzó a fines de noviembre de 1968, cuando los trabajadores azucareros decidieron realizar una marcha hacia la municipalidad ocampense por el incumplimiento en el pago de jornales por parte del Ingenio Arno. Ante la ausencia de soluciones, en enero de 1969 decidieron instalar una olla popular en la avenida principal. Luego se incorporaron sus familias y realizaron una “marcha de ollas vacas” (cacerolazo) en las calles de la ciudad. También los estudiantes hicieron lo suyo y se proclamaron en huelga de hambre, resistiendo en el interior de la iglesia del lugar. Asimismo, trabajadores de la industria papelera, agricultores, comerciantes, profesionales liberales, trabajadores de los talleres de vagonerías (trabajadores de los ex pueblos forestaleros) y colectivos político-militantes de diferentes puntos del país, apoyaron la lucha (Masín, Daiana. Villa Ocampo arde: la pueblada de 1969).
“Finalmente, tras meses de negociaciones, acuerdos efímeros y posibilidades ciertas de cierre definitivo de la industria, se dispuso la “Marcha de los Pueblos del Norte” a la capital santafesina. El día 11 de abril de 1969 –fijado como fecha de partida-, la brutal represión ejercida por el gobierno de Onganía impidió su realización” (Masín, Daiana).
TACUARENDI, donde se cierra un Ingenio….
Los compañeros Castaña Ahumada, del Movimiento Camilo Torres, y Jorge Gil Solá, dirigente del Peronismo Revolucionario, se hicieron presentes en Villa Ocampo para solidarizarse con la marcha de los pueblos del norte de Santa Fe, realizada el viernes 11 de abril.
El sábado 12 se libraron órdenes de captura contra 14 personas consideradas responsables de los sucesos; la lista era encabezada por el Padre Rafael Yaccuzzi, párroco de Villa Ana. Fueron detenidos ese día 10 compañeros en Villa Ocampo. Castaña Ahumada y Jorge Gil Solá fueron interceptados por la Guardia Rural en la ruta de Villa Guillermina a Villa Ana, detenidos junto a dos acompañantes, trasladados a Villa Ocampo y luego a la jefatura de policía en Reconquista, donde quedaron incomunicados. Allí fueron interrogados por todos los jefes de represión, enviados después a la guarnición de la Guardia Rural en Santa Felicia y expulsados posteriormente de la provincia el lunes a la madrugada. En Santa Felicia quedaron detenidos ocho compañeros a los que se les iniciará proceso en la justicia criminal sin que las autoridades hayan comunicado la medida.
Cristianismo y Revolución conversó con los dos compañeros cuando recuperaron su libertad. Este es su testimonio.
LA SITUACIÓN DEL NORTE SANTAFESINO
No es un hecho aislado ni un fenómeno único en el país. Se da en otras zonas y en varias ramas de la producción nacional. Que desaparecen las fuentes de trabajo, que crece la desocupación, que hay hambre, miseria, que se vuelve a épocas de explotación hace mucho tiempo superadas, se sabe que ocurre en el norte santafesino o en Tucumán porque allí el pueblo ha reaccionado y se halla dispuesto a luchar para oponerse a la política dictada por los monopolios imperialistas y sus agentes locales, pero en muchos otros lados ocurre lo mismo y nadie se entera porque han sido conflictos aislados o aún el pueblo no ha tenido la posibilidad de manifestarse, de organizarse para la lucha.
Por otra parte hay problemas que no sólo afectan a determinadas zonas del interior sino a los trabajadores en general. La tendencia oficial es ir creando una división cada vez más tajante entre distintos sectores de la clase obrera y formar capas privilegiadas, crear antagonismos, minar la solidaridad, eliminar la conciencia de clase y evitar la lucha en común.
LAS CARACTERÍSTICAS DE LA MARCHA
La marcha fue una expresión de repudio de todo un pueblo que se levantaba en defensa de sus fuentes de trabajo; fue espontánea en cuanto a la decisión del pueblo de participar, pero es evidente que, como sucede siempre en estos casos, hubo compañeros que veían las cosas más claras, comprendían que los problemas no surgen por obra del fatalismo sino que son producto de una política oficial coherente y planificada.
Esos compañeros han ido creando conciencia, han trabajado mucho tiempo para formar organizaciones que hicieron posible estas jornadas que han demostrado que ya no se puede condenar impunemente al hambre a una población sin enfrentarse con una reacción organizada. No se trataba además de una sola población, sino de la acción coordinada de todas ellas.
La presencia de Ongaro ayudó a elevar el espíritu combativo. No fue solo su presencia física, fue sobre todo la demostración de que cualquier reclamo de los marginados por sus derechos más elementales, cualquier manifestación de rebeldía popular, contará con el apoyo solidario de los compañeros que en el orden nacional no se limitan a ejercer una pretendida hegemonía detrás de un escritorio o entre las cuatro paredes de un departamento, sino jugándose junto al pueblo.
⦁ BARRIOS OBREROS: La lucha del Norte es nuestra lucha
Esa además es la actitud de muchos compañeros de las zonas marginadas de otras ciudades de la provincia, incluso de la ciudad de Santa Fe. Allí se realizaron también, en solidaridad con los compañeros del norte, actos de protesta y manifestaciones masivas que dejaron heridos y encarcelados.
En Tucumán sucedió lo mismo. Después del 66 el gobierno había logrado aislar cada problema, tener un solo enemigo por vez, cercarlo y destruirlo y pasar luego a imponer el hambre y la represión, en otro lugar. Pero este año, a la marcha programada en Bella Vista siguieron acciones conjuntas de todos los ingenios cerrados y por cerrar y de trabajadores de otras ramas de la producción.
⦁ LAS PROYECCIONES DE LA LUCHA
Evidentemente estas marchas tienen características defensistas, son producto de un pueblo acorralado. Pero al mismo tiempo esa experiencia va señalando a la gente la necesidad de otros métodos de lucha.
La impotencia de un pueblo desarmado frente a efectivos de represión provistos de granadas, de gases, garrotes y fusiles automáticos —que fueron usados— lleva después del primer momento de indignación, a pasar a la ofensiva, a convencerse que no hay solución a sus problemas dentro del régimen y en consecuencia a plantear la lucha a un nivel superior.
Por ahora la decisión de tomar la Municipalidad y destruirla es un hecho demostrativo de una toma de conciencia. El pueblo ataca en sus signos representativos a un orden que obra en beneficio de minorías privilegiadas.
El gobierno por su parte, ha demostrado que no va a detenerse en emplear ningún medio para aplastar la lucha del pueblo, y el pueblo comprende que debe organizarse para combatir la violencia del régimen con los métodos que sean más adecuados y eficaces… pero el desarrollo de ese tema escapa al marco de esta conversación.
⦁ La respuesta de la Sra. de Onganía a las madres del Norte…
LA REPRESIÓN
Ya se conoce. Lo importante es la reacción del pueblo.
En otras partes éste ya está acostumbrado a la persecución, a los golpes y a las balas. Allí recién ahora se ha manifestado en esa forma con toda crudeza.
La reacción popular por lo tanto ha sido de asombro e indignación sin límites. No hemos comprobado en ninguna parte un odio tan profundo del pueblo hacia la policía, los guardias y el ejército; sobre todo a los guardias rurales, que es un cuerpo profesional, instruido
por oficiales de la Gendarmería y que tiene, en los límites de la provincia, las mismas funciones que ésta. De los “pumas”, dependía el comando de represión, si bien estaban apoyados por tropas del II Ejército acantonadas en Reconquista donde se hallaba el General
Fonseca.
El gobierno nacional no puede en estos casos, como ha quedado demostrado en Tucumán, contar con la policía local o provincial, en donde se dan enormes contradicciones, y tiene que recurrir a otros organismos de represión. En Santa Fe un oficial de apellido Solari, por ejemplo, llegó a decir en Villa Guillermina, frente a las mujeres que encabezaban la marcha, que si querían trabajo le limpiaran las botas (también en Villa Quinteros hay obreros y niños baleados y golpeados y casas destruidas; el Padre Fernández ha denunciado incluso el aborto provocado en cuatro mujeres embarazadas).
Pero esa actitud de brutalidad y de insensibilidad frente a los problemas reales que desesperan a los sectores humildes de la población no es compartida por otros funcionarios que se niegan a reprimir, porque ellos mismos, sus familiares y sus amigos son víctimas de la injusticia, de las diferencias sociales y de la jerarquización arbitraria iniciada en la administración pública.
Por otra parte queremos destacar la actitud de los compañeros detenidos y procesados, de los cuales —por nuestro carácter de incomunicados— sólo llegamos a conocer cuatro nombres: Figueroa, Sánchez, Stella María Cracogna y Ana María Agustini. Ellos mantuvieron en todo momento un espíritu y una moral ejemplares.
En resumen la dictadura no puede ya dominar la situación, no puede suprimir los problemas por decreto, no puede ya ofrecer a sus amos extranjeros un país pacífico, no puede vender la imagen de un pueblo sumiso, de un paraíso sin problemas económicos, sin conflictos sociales, sin disenciones internas. Se había creado una imagen monolítica, eficaz, indestructible, de un régimen sólidamente basado en un poder militar avasallante y todopoderoso que no ofrecía flancos, que era apoyado por todos los factores de poder. Ha bastado la valiente actitud de hombres, mujeres y niños indefensos que reclaman pacíficamente por su dignidad y su futuro, en los lugares más ignorados del país, para demostrar que el monstruo no era capaz de ofrecer soluciones mínimas a necesidades elementales, ni contaba con un frente interno coherente en los sectores o instituciones en que creía apoyarse.
CONCLUSIONES
Los acontecimientos de Tucumán y Santa Fe pueden servir de ejemplo a los que por miserables o por corrompidos han abandonado sus principios y sus compromisos y han capitulado pasándose al bando de una minoría despreciable apoyada en fuerzas que detrás de su aparatosidad carecen de moral, de razón y de futuro. Hoy en Tucumán y Santa Fe los compañeros no combaten sólo por sus propias necesidades sino por cada uno de los trabajadores argentinos, y ya no pelean aislados, como había ocurrido hasta hoy. El pueblo podrá ser derrotado en acciones parciales, reprimido y hambreado, pero terminará por imponer sus aspiraciones, sus anhelos. La historia está de parte de los qué luchan.
- Anexo 5.2: PUEBLADAS EN ROSARIO
16 de mayo de 1969
En un clima de gran perturbación social se precipitaron hechos que modificaron la realidad política de aquel momento.
En la capital de la provincia de Corrientes, las concentraciones y movilizaciones originadas por el descontrolado valor del ticket en el comedor fueron reprimidas con armas de fuego por la policía. Dos balazos en el pecho terminarían el 15 de mayo de 1969 con la vida de JUAN JOSE CABRAL, estudiante de medicina.
En Rosario, los estudiantes habían enfrentado a las autoridades universitarias a raíz de los cupos de ingreso asignados en las distintas facultades y habían logrado modificar esas medidas.
Ante las primeras manifestaciones de repudio, el rector Luis José Cantini, suspendió la actividad académica hasta el día 19.
En la mañana del sábado 16 se realizó una numerosa concentración de estudiantes frente al local del Comedor Universitario, ubicado en calle Corrientes entre Santa Fe y Córdoba. Allí se inició una marcha que tomó calle Córdoba hacia el este, siendo sus integrantes perseguidos por la policía. Cuando estudiantes y manifestantes recorrían los primeros metros de calle Córdoba se enfrentaron con móviles de la policía provincial, cuyos efectivos avanzaban desde calle Entre Ríos disparando sus armas. Como consecuencia de esto, a las diecinueve horas de ese mismo día, después de ser hospitalizado, se produciría la muerte del estudiante ADOLFO BELLO, de 22 años quien había recibido un tiro en la cabeza.
Los estudiantes se reunieron en el local de la CGTA y conjuntamente con la central obrera, repudiaron los asesinatos de BELLO y CABRAL.
Intensa fue la labor desplegada por las organizaciones estudiantiles, gremiales y profesionales invitando a la “Marcha del Silencio” programada para el miércoles 21. Como punto de concentración se eligió la Plaza 25 de Mayo, la cita a las 18 horas.
Desde el mediodía la zona fue ocupada por la policía sin permitir reuniones en el predio central de la plaza, Córdoba y Laprida fue el punto de convergencia de distintos grupos que llegaban sin interrupción.
Horas más tarde, pasadas las 21, una bandera argentina de gran tamaño que era agitada con fervor, encabezaba la marcha de cientos y cientos de manifestantes que después de haber avanzado y retrocedido por las calles, de haber participado en el armado de barricadas, hogueras y apedreado a policías y bomberos llegaban a la esquina de Córdoba y Corrientes para desplazarse hacia el local de la CGTA.
ARMAS contra PIEDRAS = MUERTE
«Al llegar a la esquina de Italia algunos estudiantes arrancaron la placa del rectorado de la Universidad. Otro grupo irrumpió en el local de la radio emisora LT8, después de romper la puerta de entrada, e intentó difundir el comunicado sin lograrlo.
Algunos de los manifestantes pretendían “tomar” la jefatura. Para evitarlo la policía se apostó en las inmediaciones. Desde Córdoba y Dorrego los efectivos policiales dispararon sus armas, viéndose caer a un adolescente: LUIS NORBERTO BLANCO, obrero metalúrgico de 15 años quien moriría minutos después» (Texto del Museo de la Memoria, 2003).
- Anexo 6: ROSARIAZO
8 de septiembre de 1969
«El gobierno nacional no reaccionó ante el eminente rechazo que merecía su gestión. Mantuvo el enfrentamiento con los sectores obreros, muy especialmente con los ferroviarios que paralizaban el país con paros sucesivos.
Después de intervenir a la Unión Ferroviaria, Onganía aplicó la ley de Defensa civil (movilización militar) a los gremios del riel, el 12 de septiembre; al día siguiente de haber expresado en conferencia de prensa, “la revolución no tiene plazos sino objetivos”.
El 12 de septiembre se decidió continuar con la medida de fuerza por tiempo indeterminado. La CGT Rosario también adhirió a las luchas populares disponiendo la realización de un paro.
Familias enteras ganaron las calles y junto a los trabajadores fueron protagonistas de las jornadas de lucha. Peronistas, radicales, comunistas e independientes supieron sincronizar sus pasos y unir sus manos» (Texto Museo de la Memoria).
07. Los estudiantes universitarios rosarinos, comienzan la semana de los mártires, con jornadas de protesta y homenajes.
08. Comienza la huelga ferroviaria en Rosario, por la suspensión del delegado administrativo Mario Horat. El paro se extiende por 72 horas, y adhieren otras seccionales: Pérez, Arroyo Seco, Cañada de Gómez, entre otras.
12. Los delegados ferroviarios declaran la huelga por tiempo indeterminado, que se extiende por todo el país. El gobierno decreta la movilización militar. En Córdoba, se ocupan varias fábricas. Levantamiento masivo en Cipolleti (Río Negro).
15. La CGT Unificada de Rosario declara un paro de 38 horas.
16. A las 10 parten las columnas desde los lugares de trabajo y los sindicatos. Represión y enfrentamientos en toda la ciudad. La lucha se traslada a los barrios, donde las fuerzas policiales no logran penetrar. De 100.000 a 250.000 personas participan del Rosariazo.
17. El Ejército se hace cargo de la represión y comienzan a funcionar los Tribunales Militares. Participa de la represión el entonces Coronel Leopoldo Fortunato Galtieri, mientras que continúa la resistencia en algunos barrios.
Ver: Los trabajadores rosarinos paramos 38 hs
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